Una parcela heredada de su abuelo en el pago de Cantarranas es el germen de los vinos de Barco del Corneta. Ubicada a 750 metros de altitud en el municipio de La Seca, Beatriz y su madre plantaron verdejo en 2008 sobre un terreno – descepado hace años- de suelos sedimentarios de arena, arcilla y cantos rodados, con una capa de caliza en el subsuelo.
Las características climáticas y la idea clara de crear vinos respetuosos con el suelo, las uvas y el entorno permiten el trabajo de la viña en ecológico. No se emplean tratamientos de síntesis química y todas las labores se hacen de forma manual.
Se abona únicamente con productos orgánicos, tales como el estiércol de oveja o la hierba que crece de forma natural en el terreno. De esta manera se fomenta la vida en suelo.
La cubierta vegetal natural se mantiene desde otoño a primavera, con el fin de reducir las veces que se necesita labrar, ya que son las propias raíces las responsables de explorar el suelo, lo esponjan, airean y fertilizan. En primavera, cuando termina la época de lluvia, se levanta la cubierta aireando el suelo y evitando la competencia por los nutrientes entre la hierba y las raíces de las cepas.
No se emplean insecticidas, solamente la técnica de confusión sexual para controlar la polilla del racimo, un mal endémico en la zona.
El objetivo de las labores que se llevan a cabo en el viñedo va encaminado a mantener un suelo vivo y lograr un mayor equilibrio de las cepas. Para ello, los rendimientos de producción son contenidos, la calidad de la uva siempre debe primar sobre la cantidad.